viernes, 25 de noviembre de 2011

Cuentos: Una dama

Y entonces, aquella dama se quedó observando al caballero que ataba con cautela las riendas del caballo.
Aquel caballero al que nunca pensó amar, aquel individuo que supo darle todo con tan sólo mirarla. La dama se sintió extrañada, pues el príncipe acababa de descender del carruaje, se había aproximado a ella y le propuso que cabalgaran juntos, tenía que decirle algo importante, el príncipe tomó su mano, pero ella la rechazó, retrocedió unos cuantos pasos y se limitó a bajar la mirada, se hallaba frente al hombre que había amado, pero también se encontraba el amor de su vida frente a ella.
¿Qué podía hacer?
Recordó cuando el príncipe la pretendía, en ése entonces ella había sido de la realeza, pero había sido demasiado presuntuosa como para permitir que un hombre de la categoría del príncipe se acercara a ella. A pesar de ello el chico se mostró insistente y perseverante, con pequeños detalles se fue ganando su corazón y con un dulce beso unió sus almas. Su amor fue verdadero, pero por un arranque de furia por parte del hermano de la dama su amor no pudo continuarse. Malos entendidos y paranoias llenaron a la dama, quien se tornó agresiva con el príncipe, decidió alejarse de él, partiéndole así el corazón.
Cuando la dama volvía a ver al príncipe, sus piernas temblaban, no podía estar frente a él, pues los sentimientos aún existían. Ella se derrumbó cuando le vio al lado de una bella mujer, más joven y atractiva que ella, al parecer más perseverante, más cariñosa y comprensible de lo que podría haber sido. Lloró tantas lágrimas que incluso dejaron de caerle, el hombre al que amaba era ahora amado de una manera más fructífera.
Transcurrieron los años, el príncipe se mantuvo al lado de aquella mujer, mientras la dama intentaba hallar a un reemplazo en su corazón, teniendo siempre en mente que jamás hallaría a alguien mejor que él.
Fue un día como cualquier otro cuando ella lo perdió todo, pasó a ser una plebeya más en el lugar y conoció a todos allí, supo hacerse de buenas amistades y logró incorporarse de una buena forma, sin embargo había perdido su esencia real, no era ni una cuarta parte de la grandiosa mujer que era antes, todo en ella estaba volviéndose putrefacto.
Los recuerdos claros de una mañana en la que caminaba, donde divisó un grupo de hombres, mirando a un joven pequeño y de postura elegante, le atrajo, ignorando por completo a los demás. Acercóse con cautela al lugar, e inició una charla digna de recordar. Un caballero tomó sus cosas y se retiró del lugar, ignorando también a la dama que se hallaba. ¡Cuándo iba a pensar ella que fue éste caballero el hombre que la amaría con una locura incomparable!
Fue tiempo después de ese suceso cuando decidió tratar al hombre, que con su bella mirada la hacía sentir de maravilla, supo encontrar a un amigo en él, alguien en quien confiar en medio de su miseria. Sin notarlo se envolvió en el con tanta delicadeza que un movimiento brusco hubiera desgarrado su esencia. Sin embargo él era un hombre de guerra, que hacía tiempo había visto el lado más mortífero de las cosas, que guardaba en sí un gran peso, un grito silencioso que ansiaba que escucharan, pero que procuraba no sucediera. Solía encerrarse en sí mismo, sin dejar que ella pudiera comprenderlo. Tenía un alma hermosa, pero herida, justo como la de ella, pero con la gran diferencia de que esa herida no había sido causado por su persona, si no por alguien amado.
El caballero la miró de frente y la dama no pudo contenerse, notó que amaba al hombre que se hallaba delante de ella, después de coqueteos se lo hizo saber y pudieron establecer una bella relación, tan bella que olvidó incluso al príncipe. No había hallado a un reemplazo, había encontrado un corazón.

La mano del príncipe seguía extendida, hacía poco tiempo que había buscado a la dama, habíale dicho que siempre había sido suyo, que nadie podría ocupar su lugar, le recordó una carta que hace años había escrito ella donde afirmaba que siempre lo amaría. En aquel momento, sentimientos que parecían extintos volvieron a encenderse en el fondo de su alma. Él conocía a la perfección la relación entre el caballero y ella.
El caballero se limitaba a mirarla, él no conocía la historia del príncipe, no quería conocerla, sabía que el primer amor siempre es el primero, pues incluso a él le costaba olvidar a su primero. Los ojos de él miraban con dulzura a la dama, sin intención alguna de persuasión.
La dama apretó los nudillos, miró los hermosos ojos del príncipe, quien con paciencia seguía extendiendo la mano hacia su persona, se volvió al caballero que con aquellos dulces ojos la miró. Alguien siempre la había amado, ambos la amaban ahora, pero sólo uno sería el dueño de su amor.
-Dime pequeña, ¿quieres casarte conmigo?- Soltó de repente el príncipe, frase que produjo en el caballero una exaltación.
Ella miró de nuevo a el caballero, los ojos que la miraban le indicaban de la manera más tierna que la decisión era totalmente suya.
-¿Casarme contigo?-dijo cabizbaja- Siempre lo deseé-. Tomó entonces la mano del príncipe, y ambos se dirigieron al carruaje, ella subió primero y el príncipe le siguió.
El caballero quedó solo, observando como el carruaje se alejaba, como la mujer a la que había amado con tanto fervor se iba con un hombre al que ni siquiera había conocido.

Esta dama eligió estar con un príncipe que la había amado y seguía haciéndolo, había elegido al hombre que la amaba menos, por el simple hecho de que él no hubiera comprendido la elección. Ella tenía el fervor, de que si el caballero y ella se amaban realmente, tal vez en la otra vida podrían encontrarse juntos, no él y su primer amor, no ella y el príncipe. Sólo el caballero y ella juntos, hasta la eternidad.

Kilometraje

Sucede en ocasiones que no basta con mirar por la ventana del auto y observar el paisaje, los transeúntes y los demás automóviles. No es suficiente con tener los audífonos con tu melodía favorita.
Fue en un 2004 si no mal recuerdo cuando pude oler el aroma del automóvil recién salido de la Agencia, sentir el forro de los asientos y el delgado hule que los cubría, aquel azul rey con el que deslumbraba bajo el sol, sus llantas tan elegantes y el símbolo de Volkswagen que iba abriendo paso entre la calle. Recuerdo también la compra de un helado, que en un frenón, se impactó contra el respaldo del asiento del copiloto, aquella mancha fue la primera en él, originada por mí, sólo me limité a disimular que no había ocurrido nada.
Cada viaje realizado, cuando padre nos llevaba a la escuela, cuando fuimos al cine. ¡Los estrenos de tantas películas esperadas! Viajes de casualidad, paseos dominicales, compras inesperadas. ¡Cuántas visitas no hicimos a la familia! Detrás de cada vuelta de rueda había una historia que contar, desde los chistes contados en su interior hasta los accidentes repentinos. Aquel automóvil era parte de la familia.
Nuestros viajes al mercado, donde atiborrábamos la cajuela de verduras y productos básicos. La rutina de cada domingo, donde íbamos por el periódico y después a comprar el mandado. Ya no existe.
Después de avanzar por siete años tantos kilómetros, recorrer los mismos caminos con diferente estado de ánimo, aquel automóvil se fue. ¿La razón? Comenzó a enfermar gravemente, tosía con frecuencia y se quejaba muy a menudo, incluso se puso descolorido, a pesar de todos los esfuerzos no fue suficiente. Quizá recuperó el color y sus gemidos eran más leves, pero ya no era el mismo pequeño, le dolía estar así con nosotros, tuvo que irse, por él y por nosotros.

Claramente otro automóvil llegará a reemplazarlo, pero aquellos días a su lado, para mí resultan inolvidables.

jueves, 17 de noviembre de 2011

AGNUS DEI, Cordero de Dios.

El Cardenal de México, Norberto Rivera Carrera, sabía que el sacerdote Carlos López Valdéz era pederasta y había abusado de varios niños, pero jamás hizo nada para frenarlo.

Esa es una de las ideas que maneja el documental Agnus Dei, Cordero de Dios, que la semana pasada se estrenó en salas mexicanas.

La historia nos habla de Jesús, quien desde los 12 años sufrió de abuso por parte del sacerdote. Se refleja en el documental la protección que el Cardenal Mexiquense le brinda a López Valdéz.

"Norberto Rivera sabía perfectamente el caso de Jesús desde hace más de siete años, porque la mamá, en el momento que se entera de lo que pasa, no sólo va con el obispo sino con Rivera Carrera", asegura la cineasta al describir los motivos que la llevaron a filmar este caso.

"Y (éste) sin embargo se dedica a proteger al pederasta y a pasarlo de parroquia en parroquia, provocando que siga abusando de más niños", explica Sánchez.

Agnus Dei, Cordero de Dios sale con 15 copias y clasificación C, sólo para ser vista por mayores de 18 años.

Es sin duda, una buena opción de cine documental para este fin de semana.

Fuentes: IMCINE, http://www.imcine.gob.mx/agnus-dei-denuncia-la-pederastia.html